(fotografía tomada del National Geographic)
-Y las maravillosas DELICIAS GALOPANTEs se le colgaron de las
plumas, de su ala izquierda, de todo
aquello que lo hiciera girar, y su aflicción fue multiplicándose, fue
gimoteando imparable, entre el blanco azulado del celaje pueril, entre las
esféricas figuras de los sueños de la mar. ¡Nubes! ¡Nubes! [Algodones traslucidos de Su LETARGO boreal].
Y se le fue arrullando entre las
costillas, entre el AZUL petimetre con
el que alborotaba los amaneceres. ANGUSTIA revoloteándole en el talud de los
SUEÑOS, y tras asomarse a la ventana IMPRUDENTE cuál pardo canario. Se le murió
el ruiseñor, se le murió el canto, se desvaneció y sintió en el pecho, una
parvada enmudecida de DIASTOLES embravecidas.
¡Pereció el PÁJARO aquel! Y su
cadáver exquisito se quiso comer. La CONCUPISCENCIA desintegrada y solo le
quedó su “Tanta bondad”. De entre todo el amor la conmoción le provocó una
COMPULSIÓN agónica y se remontó a sus recuerdos sibilantes en dónde le leía
poemas rotos, en dónde le cantaba amarillo, en dónde POSTRARSE ante su pena, le
evitara "berrinchar".
Y la SECRECIÓN le rodó como
excitante COMBUSTIÓN cuál HECATOMBE mordaz de los ojos al caparazón, pizca a pizca las migajas de agua de sal
fueron el ESTREMECEDOR espiral como vueltas CARACOLar.
Y En el INUSITADO olor que dejaba
por las mañanas, aquel vuelo de ave, aquel recuerdo del tan magnífico errante,
se le extendió en el olfato, se le guardó como desdichado guardapelo, y en el
TRASNFONDO se le formó un inmenso CUENCO, ¡La perdida de aquel volátil! No le
llovían las estrellas, no le brotó de los ojos pero ¡Ah! ¡Siempre! ¡Siempre! Le
gotearía el corazón-.
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Se Fuman Mis Ojeras.